"Un libro es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora."
(Proverbio hindú)

martes, 6 de agosto de 2019

Broche de Oro

Nuevamente es noche y mi sueño se torna agitado e intranquilo, pues pienso de continuo en la “Aparición” de la víspera, aquella… de la noche anterior: “Las Meninas”, en la versión fantasmal.
Estoy solo y la idea de la Aparición me obsesiona hasta morder en el fondo de mis miedos y mi valor… que se entrecruzan y difuminan. ¿Cuál prevalecerá? Noche tensa y larga, que finalmente declina y se rinde y da paso al amanecer. Amanecer de un segundo día.

Amanece, y el Astro-Rey, radiante, despeja todo resquemor suscitado por las tinieblas. La luz brillante barre con los fantasmas de la mente, o los fantasmas de la noche.

Amanece y me lanzo al monte sin más, huyendo de la tenebrosidad que atenaza mi alma. Mi espíritu necesita sosiego y espacios libres y sin fin. Mi espíritu nació para ser libre. ¿Cómo aprisionar un espíritu que nació libre por la gracia de Dios y para esa Gracia? ¿Orfanato? El Orfanato no es para mí, lo mismo que no se puede retener el viento y contener la mar. ¿Encerrar mi espíritu? ¡Imposible! Apenas lo puede contener mi pecho.

Mi espíritu tiene sed de caminos.
Mi espíritu ansía horizontes.
Mi espíritu anhela la libertad.

Es Invierno, pero no importa. No me asustan ni me detendrán el frío, ni la lluvia, ni las nieves, ni el viento huracanado rugiente. Ni la noche ni el día. Ni alimañas humanas ni de las otras. No me asusta el camino.

De las inclemencias del tiempo me guareceré bajo los árboles, y si no hay árboles, me esconderé en las cuevas, y si no hay cuevas, las estrellas del cielo serán mi techo. Pondré las arenas del desierto y sus dunas suaves por cama, y los cielos azules por cobertor.

Cuando salga del Monte atravesaré el Llano y seguiré en dirección hacia el Norte. Voy a “MasHondo”, el Norte helado. Dicen que todos los acontecimientos importantes vienen del Norte y del Este, y MasHondo es un acontecimiento importante, y hacia MasHondo voy. El Norte y el Este. Allí veré a mi mama y conoceré a mi papa. Y le recordaré al Antoñico que me debe los dos trompos que le gané en buena ley, y que no me olvido. Las deudas son deudas en el “MásAllá” y en el “MásAcá”, y hay que pagarlas. “Apurando leguas compañero, que arrieros somos y al final del camino nos encontraremos”.

Después iré hacia el Este, al encuentro del Sol, el Astro-Rey, y le daré la bienvenida (con) cada amanecer. Porque se ha despertado en mí una sed de amaneceres. Y una sed de caminos. Y una sed de horizontes lejanos.

La Tierra es redonda (qué duda cabe), y siempre tendrá ante mí inacabables horizontes. Horizontes en los contornos de las montañas. En el paisaje cambiante y los colores alternándose. Y más y más. Siempre más. Siempre horizontes lejanos. El tiempo no cuenta, se detiene cuando uno avanza. Y mi pie y mi espíritu avanzan incansables, seguros y firmes, resueltos o irrefrenables hacia el objetivo. El objetivo de “la otra orilla”.

Cuatro son los pilares del hombre:
Poder. Amor. Justicia y Sabiduría.
Cuatro son los pilares de la Tierra.
Cuatro son las Estaciones del Tiempo.
Las Cuatro Estaciones que nos obsequia la Madre Naturaleza por mandato del buen DiosNana, son maravillosas. Son las cuatro estaciones de la vida.

La Primavera es… la explosión.
La Primavera es la explosión de la luz y el color.
La Primavera envuelve con gasas y algodón las historias de blanco y rosa.
La Primavera es de los amores de un día.
La Primavera es luz, color y… amor. El renuevo del brote.
Siempre es Primavera en un lugar del corazón.
El amor es vida y la vida es amor. Un susurro.
La balanza inclina su peso a lo positivo y sustancioso.
La Primavera es vida y esperanza.
“Volverán las oscuras golondrinas volverán”.
Transitaré la Primavera decidido y feliz.
-“Lalalalala”-

El Verano es la continuidad de la vida.
El Verano cría historias de color azul y rosa.
El Verano es del fruto maduro y dorado. De la espiga y la siega.
El Verano verde y feraz. Fruto pleno.
El Verano de los días largos y bulliciosos.
El Verano de la sierra y el mar.
El Verano del alimento asegurado.
El Verano de la alegría que endulza la vida.
“Y la vida dará su vino y la higuera dará su fruto.”
Transitaré el Verano radiante y feliz.
-“Lalalalala”-

El Otoño es sosiego y cambio.
El Otoño de las historias doradas, ocres y grises.
El Otoño de la melancolía que inspira al poeta.
El Otoño de las hojas caídas que se mueren,
El Otoño de la vuelta a la normalidad.
El Otoño de la elegancia.
El Otoño de las luces y las sombras.
El Otoño que anuncia la hibernación.
“Las hojas muertas” -se van en Otoño-
Transitaré el Otoño pleno y feliz.
-“Lalalalala”-

El Invierno mudo… duro y largo.
El Invierno de las historias grises y oscuras.
El Invierno congelado y solitario.
El Invierno de las tristezas y los miedos.
El Invierno de las bellezas heladas.
El Invierno del recogimiento y la leña y el fuego (apetecible fuego que arde en la chimenea).
El Invierno de las buenas comidas que aumentan las calorías.
El Invierno de la lluvia mansa y serena que riega la tierra.
El Invierno en el milagro del copo de nieve.
El Invierno en el frío por todo.
El Invierno encantado, omnipresente en todo.
El Invierno omnipresente de la economía.
“Un grito en la noche”
Lo transitaré el Invierno ufano y feliz, después de todo.
-“Lalalalala”-

Las Cuatro Estaciones de la vida son bellas en su encajadura de plata en el tiempo, y rodaré hacia ellas así como ellas rodarán sucesivamente hacia mí a medida que circunvale la Tierra. Y rodaré y rodaré. Y yo las absorberé siempre en su savia en ciclo eterno. Van y vienen. Vienen y van. Un devenir continuo… como el YIN y el YANG.

Devoro distancias y pienso en “La Visita”. ¿”La Visita”? La “Aparición”, o la “Cosa” esa que se parece a “Las Meninas” de Velázquez. Pues… no lo sé. No sé nada de “Ella”. No he vuelto, felizmente, a saber de “Ella”. Pero si algún día la tengo a mano la desenmascararé. Tiraré de su vestido blanco. ¿Cómo estará la Muerte desnuda? -Jajaja- Desnuda o vestida, nunca permitiré que bese mi frente, porque no quiero perecer. Le ganaré el pulso. Mi DiosNana me ayudará.
Nunca he podido entender bien este episodio de mi vida. Pero tengo la certeza que un orden o mecanismo secreto rige las cosas y pone las cosas en su lugar.

Así que, mientras contemplo y me deleito en el paisaje circundante y cambiante, opto por reírme y mantener un corazón calmado. Como dice un Proverbio bíblico milenario:
“Un corazón calmado es la vida del organismo de carne…” (Proverbios 14:30, parte a)

Y reiré y reiré… Porque el mundo es y será siempre de los optimistas. Es… Un “Broche de Oro”. Pero… ¡un momento! Mi madre es Adelina Águeda Quiñones. Y yo, por parte de madre, soy Manolito Quiñones, que rompe los corazones. Y siempre… listo o tonto, llevo bien puestos los pantalones. Esas son buenas razones.

Nos veremos… Y rodaremos todo el año. Cuatro estaciones. Cuatro momentos…, todos los años. Adiós. Adiós. Adiós.

Antonia

Es Antonia (Ella). Ya se han ido por fin las viejas arpías, una tras otra, con sus cumplidos y cumplimientos y letanías y demás. Ahora iré a ver a Antonia. Antonia vive tres casas más debajo de la mía, en la misma acera. Ella viene de otro pueblo de la costa a pasar una temporada con sus tíos que son ricos y ayuda con las tareas de la casa. Antonia es huérfana y no tiene mama ni papa. Pobre. Viste de riguroso luto que resalta sus hermosas carnes blancas. Es morena de pelo, largo, y de grandes ojos negros. Antonia sí es una mujer. Toda ella rezuma encanto. Es mayor que yo y anda por los veinte años, y es alegre como ella sola. Verla y oírla reír es toda una gozada. Siempre reímos y me hace bromas y me hace la vida feliz. A ella le gusta estar conmigo y me busca, y a mí me gusta estar con ella y la busco. Antonia es muy buena y sensible, y es muy humana. Ella entiende mis necesidades como nadie, y yo trato de entender las de ella, pero yo no entiendo a las mujeres, y me han dicho que esa es una asignatura imposible y que no lo intente ni me moleste en hacerlo, porque voy muerto. A propósito, había escuchado yo un chiste sobre las mujeres que me dejó perplejo. El cuento decía así:

“Un hombre iba por el desierto y se encontró una lámpara de cobre en la arena; entonces la levantó y la frotó para limpiarla, y al momento salió un “genio” que se presenta y le hace un singular ofrecimiento:
-Soy tu esclavo, Amo. Pídeme y te concederé un solo y único deseo. Pídeme lo que tú quieras, Amo.
El hombre, sorprendido, se rasca la cabeza y le dice al genio:
-Mira, me gustaría conocer Nueva York, pero me dan miedo el avión y el barco, porque el avión se puede caer y el barco se puede hundir. ¿Podrías construirme un puente para ir en coche?
-Hombre, eso es un trabajo muy grande y muchos kilómetros, hasta para un genio. Pídeme otra cosa y te la concederé.
El hombre se queda pensando, y al cabo dice:
-Pues… quisiera entender a las mujeres, genio.
-¿De cuántos carriles dijiste que querías la Autopista?”

Vaya. Vaya, con la “cosa”… y el genio (y las mujeres). Pero yo no me hago mucho problema con entender a las mujeres. Ellas me entienden a mí. Yo simplemente me dejo llevar. Yo creo que ellas son el complemento ideal del hombre. Ellas y nosotros formamos un todo juntos, una cosa completa. Ellas son la “pieza” que nos falta a los hombres, ¿cuál pieza? Bueno, ahí está la cuestión. Pero yo creo que ellas son como nuestros “ojos” espirituales figurados. Ellas son más emotivas y sensibles que nosotros, y necesitan que se cubran sus necesidades emocionales perentoriamente. Detalles.
Detalles parecen ser. Simplemente detalles; pero en eso se ‘estrella’ de plano y estrepitosamente el hombre… siempre. Pues un afectuoso y sentido “te quiero” obra milagros, y las emociona y gana hasta el paroxismo. Pequeños regalos y presentes las vuelca por entero hacia el varón. Entonces, obsérvelo atentamente, y vea cómo su mirada se carga de amor completo, y la entrega incondicional es inminente y un hecho.

Ellas son la parte delicada que hace al varón un “Gentilhombre”; y como parte delicada hay que tratarlas con exquisitez. Ellas son como un vaso más débil en su composición más compleja, lo femenino. Si el hombre en su vulgaridad e ignorancia, no “entiende” este “idioma” -estos puntos-, el encaje es sumamente problemático. Ahí reside la clave. Ahí está el detalle. Ellas son puro sentimiento y sueños, y el hombre hábil y perspicaz debe saber usar la “llave” del conocimiento para abrir tan delicada deliciosa “Caja”, sus genuinos corazones. No hay mejor modo ni perfecto ensamblamiento que cuando las piezas se combinan a la perfección.

Pero la mujer es mucho más que todo eso. Son “Capitanas” de la vida, como lo demuestran día adía. Y “tigresas” cuando de defender a sus cachorros se trata.

Cualquiera diría que soy un experto en mujeres y en las lides del amor. Yo no entiendo nada de eso. Pero Antonia es mi maestra. Antonia me lleva. Antonia es todo un carácter y me enseña a amar. Antonia me dijo una vez muy seria: “El hombre que me posea ha de amarme con todo su organismo”. Palabras enigmáticas y sentenciadoras que no logro comprender y que conservo conmigo hasta el día de hoy. Antonia me atrae irresistiblemente. Iré a verla al portal de su casa, y allí nos solazaremos en amores y dimes y diretes. Ella corre y ríe, pero yola alcanzo y le tiro pellizcos en sus seños duros y redondos. Y ella dice que no, pero es que sí, porque vuelve al alcance de mis pellizcos. Y así vamos y venimos, en el eterno juego del amor. ¿Es eso la ‘danza’ del amor?

Y yo siento una fuerte atracción hacia la hembra, nuestro maravilloso complemento. Y siento unas sensaciones muy raras y muy dulces. Ah, que pierdo la cabeza. Ah, que me lleva como toro por la nariguera al matadero. ¡El hombre se vuelve chalado cuando su dama le da ‘capotazo’ pleno! Los muslos de Antonia bajo su vestido y que a veces asoman tímidamente, son arqueados hacia arriba como los lomos de los gatos cuando se erizan. Los muslos de Antonia son sensibles y preludio de amor. ¡Bendita la obra del Señor! ¡Bendito ser humano, la hembra, a nuestro alcance!
Y siempre hay un misterio que no acabo de comprender y que no acabo de descifrar: La mujer es la “Puerta” a la vida. ¿Cómo entrar? ¿”La llave”? Y ahora otro misterio: “De la mujer venimos, y a la mujer vamos”. Este sí que es un enigma. Enigma a resolver.

Mi buen DiosNana le ha hecho un buen regalo a los hombres. El mejor: La hembra humana. La mujer. ¿Alguien lo duda? Ella es nuestra… Madre. Hermana. Hija. Esposa. Amiga. Compañera. ¿Algo más? Ah, y amante… c.qu. El hombre sin mujer está solo, como las estrellas del firmamento. Y como ocurre con todo buen regalo, hay que abrirlo con delicadeza extrema y emoción… porque se trata del mejor cristal: “Lladró”.

Esta es Antonia, mi AntoniaNana. Ella me amará por los siglos de los siglos y me defenderá en ausencia de mi mama. AntoniaNana me cuida. AntoniaNana me ama. Ella dice que soy su hijo, y yo digo que ella es mi madre.

Ya no tengo miedo si viene la “cosas” esa, la ‘Aparición’, o la Muerte. Antonia es joven y fuerte y me defenderá. Y yo soy joven y fuerte y la defenderé.

Antonia dice que cuando yo sea más grande se casará conmigo. Yo quiero hacerme hombre pronto para casarme con Antonia. Yo le llevaré una flor diferente a Antonia por cada día mientras viva. Ese es un detalle que a ella le gustará. Eso es y se llama amor. AMOR con mayúscula. Esa es una ‘Llave’ que abre. ¡¡¡Atención hombres!!! AntoniaNana es mía. Y yo soy de AntoniaNana. Es Antonia.

Yo soy…

Permítanme presentarme: Yo soy y me llamo Manolito Guillén Palomo, y tengo catorce años. Los niños de la calle me llaman y corean a gritos para reírse de mí:

“Manolito Palomo.
Manolito Palomo.
Yo me lo guiso y yo me lo como.”

“Palomo, palomino: El tonto del vecino.”

Y se ríen que se tronchan. Son crueles los niños, pero a mí no me importa. Ellos creen que yo soy tonto, pero los tontos son ellos que creen que yo soy tonto. En la escuela los aventajo a todos. El maestro nunca me echa, y a ellos sí. Yo soy tan inteligente que sé sumar, restar, multiplicar y dividir, y yo puedo sacar la cuadratura del Círculo y resolver todos los teoremas del siglo. ¡Toma! Ah, que viviera el Señor Einstein. Departiríamos mano a mano sobre las más variadas teorías, cualquiera habida o por inventar. ¿El tiempo-espacio? ¿La estructura del Universo? Todo ello no representa ningún problema para un servidor, que soy yo. La eternidad, ¿punto cero? Punto fijo… mejor. El futuro, el presente y el pasado, siempre convergen en un solo punto. Siempre es ese punto. Se vive un continuo y perpetuo presente. El futuro existe solo en la percepción. El pasado es memoria, que ya no es. Fue. Solo cuenta el presente. Siempre es presente. ¿Saben eso los niños? ¡Qué van a saber esos asilvestrados! ¿Ven como yo sé más? No me aburriré solo, esté donde esté, pues tengo mucho que hacer. Emularé a mi amigo Einstein, porque Einstein es amigo mío, ¿saben? Einstein es amigo mío y de Dos, y yo también soy amigo de Dios. Mi “DIOSNANA”. Mi Dios bueno.

Una vez le preguntaron al Señor Einstein si creía en Dios, y él les contestó:
“Los supersticiosos creen en Dios”.
“Pero Usted creen en Dios” -afirmó el periodista-.
“Porque yo supersticioso” -concluyó Einstein-.

Es una buena anécdota, ¿verdad? Einstein era un firme creyente en Dios, porque Einstein era un paciente y agudo observador y también razonable. Y llegaba a conclusiones lógicas y acertadas.
Los niños de la Escuela me tienen envidia porque sé más que ellos. Yo me he leído todos los “Clásicos” de ‘pe’ a ‘pa’, y los puedo recitar. A veces los niños me esperan en la calle para pegarme, pero yo puedo con todos ellos. Cuando empiezo a repartir tortas no queda títere con cabeza, y si alguno es más grande que yo y me veo apurado, entonces busco una piedra y se la hinco en la cabeza y luego echo a correr a toda vela. Después tengo que estar encerrado en casa unos días sin poder salir a la calle, hasta que se le pasa el furor al descalabrado. Unos cuantos llevan mi marca, y a otros no se les pasa tan fácil la rabia y buscan la revancha y el desquite a toda costa. Mi mama me dice que los evite y que cuando los vea salga corriendo; y yo le hago caso a mi mama. Las madres de los apaleados vienen en tropel a quejarse en mi casa, pero mi mama les enfrenta sin contemplaciones y las saca corriendo con cajas destempladas.

Y yo soy Manolito Guillén Palomo, y
“Yo me lo guiso, y yo me lo como”, y
tengo catorce años.
Y yo soy “Palomo Palomino, el listo del vecino”.
Y Ella es mi MamaNana que me cuida.
Abstenerse (los) desaforados.

“Yo soy” (etc. etc. etc.)