"Un libro es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora."
(Proverbio hindú)

martes, 6 de agosto de 2019

Antonia

Es Antonia (Ella). Ya se han ido por fin las viejas arpías, una tras otra, con sus cumplidos y cumplimientos y letanías y demás. Ahora iré a ver a Antonia. Antonia vive tres casas más debajo de la mía, en la misma acera. Ella viene de otro pueblo de la costa a pasar una temporada con sus tíos que son ricos y ayuda con las tareas de la casa. Antonia es huérfana y no tiene mama ni papa. Pobre. Viste de riguroso luto que resalta sus hermosas carnes blancas. Es morena de pelo, largo, y de grandes ojos negros. Antonia sí es una mujer. Toda ella rezuma encanto. Es mayor que yo y anda por los veinte años, y es alegre como ella sola. Verla y oírla reír es toda una gozada. Siempre reímos y me hace bromas y me hace la vida feliz. A ella le gusta estar conmigo y me busca, y a mí me gusta estar con ella y la busco. Antonia es muy buena y sensible, y es muy humana. Ella entiende mis necesidades como nadie, y yo trato de entender las de ella, pero yo no entiendo a las mujeres, y me han dicho que esa es una asignatura imposible y que no lo intente ni me moleste en hacerlo, porque voy muerto. A propósito, había escuchado yo un chiste sobre las mujeres que me dejó perplejo. El cuento decía así:

“Un hombre iba por el desierto y se encontró una lámpara de cobre en la arena; entonces la levantó y la frotó para limpiarla, y al momento salió un “genio” que se presenta y le hace un singular ofrecimiento:
-Soy tu esclavo, Amo. Pídeme y te concederé un solo y único deseo. Pídeme lo que tú quieras, Amo.
El hombre, sorprendido, se rasca la cabeza y le dice al genio:
-Mira, me gustaría conocer Nueva York, pero me dan miedo el avión y el barco, porque el avión se puede caer y el barco se puede hundir. ¿Podrías construirme un puente para ir en coche?
-Hombre, eso es un trabajo muy grande y muchos kilómetros, hasta para un genio. Pídeme otra cosa y te la concederé.
El hombre se queda pensando, y al cabo dice:
-Pues… quisiera entender a las mujeres, genio.
-¿De cuántos carriles dijiste que querías la Autopista?”

Vaya. Vaya, con la “cosa”… y el genio (y las mujeres). Pero yo no me hago mucho problema con entender a las mujeres. Ellas me entienden a mí. Yo simplemente me dejo llevar. Yo creo que ellas son el complemento ideal del hombre. Ellas y nosotros formamos un todo juntos, una cosa completa. Ellas son la “pieza” que nos falta a los hombres, ¿cuál pieza? Bueno, ahí está la cuestión. Pero yo creo que ellas son como nuestros “ojos” espirituales figurados. Ellas son más emotivas y sensibles que nosotros, y necesitan que se cubran sus necesidades emocionales perentoriamente. Detalles.
Detalles parecen ser. Simplemente detalles; pero en eso se ‘estrella’ de plano y estrepitosamente el hombre… siempre. Pues un afectuoso y sentido “te quiero” obra milagros, y las emociona y gana hasta el paroxismo. Pequeños regalos y presentes las vuelca por entero hacia el varón. Entonces, obsérvelo atentamente, y vea cómo su mirada se carga de amor completo, y la entrega incondicional es inminente y un hecho.

Ellas son la parte delicada que hace al varón un “Gentilhombre”; y como parte delicada hay que tratarlas con exquisitez. Ellas son como un vaso más débil en su composición más compleja, lo femenino. Si el hombre en su vulgaridad e ignorancia, no “entiende” este “idioma” -estos puntos-, el encaje es sumamente problemático. Ahí reside la clave. Ahí está el detalle. Ellas son puro sentimiento y sueños, y el hombre hábil y perspicaz debe saber usar la “llave” del conocimiento para abrir tan delicada deliciosa “Caja”, sus genuinos corazones. No hay mejor modo ni perfecto ensamblamiento que cuando las piezas se combinan a la perfección.

Pero la mujer es mucho más que todo eso. Son “Capitanas” de la vida, como lo demuestran día adía. Y “tigresas” cuando de defender a sus cachorros se trata.

Cualquiera diría que soy un experto en mujeres y en las lides del amor. Yo no entiendo nada de eso. Pero Antonia es mi maestra. Antonia me lleva. Antonia es todo un carácter y me enseña a amar. Antonia me dijo una vez muy seria: “El hombre que me posea ha de amarme con todo su organismo”. Palabras enigmáticas y sentenciadoras que no logro comprender y que conservo conmigo hasta el día de hoy. Antonia me atrae irresistiblemente. Iré a verla al portal de su casa, y allí nos solazaremos en amores y dimes y diretes. Ella corre y ríe, pero yola alcanzo y le tiro pellizcos en sus seños duros y redondos. Y ella dice que no, pero es que sí, porque vuelve al alcance de mis pellizcos. Y así vamos y venimos, en el eterno juego del amor. ¿Es eso la ‘danza’ del amor?

Y yo siento una fuerte atracción hacia la hembra, nuestro maravilloso complemento. Y siento unas sensaciones muy raras y muy dulces. Ah, que pierdo la cabeza. Ah, que me lleva como toro por la nariguera al matadero. ¡El hombre se vuelve chalado cuando su dama le da ‘capotazo’ pleno! Los muslos de Antonia bajo su vestido y que a veces asoman tímidamente, son arqueados hacia arriba como los lomos de los gatos cuando se erizan. Los muslos de Antonia son sensibles y preludio de amor. ¡Bendita la obra del Señor! ¡Bendito ser humano, la hembra, a nuestro alcance!
Y siempre hay un misterio que no acabo de comprender y que no acabo de descifrar: La mujer es la “Puerta” a la vida. ¿Cómo entrar? ¿”La llave”? Y ahora otro misterio: “De la mujer venimos, y a la mujer vamos”. Este sí que es un enigma. Enigma a resolver.

Mi buen DiosNana le ha hecho un buen regalo a los hombres. El mejor: La hembra humana. La mujer. ¿Alguien lo duda? Ella es nuestra… Madre. Hermana. Hija. Esposa. Amiga. Compañera. ¿Algo más? Ah, y amante… c.qu. El hombre sin mujer está solo, como las estrellas del firmamento. Y como ocurre con todo buen regalo, hay que abrirlo con delicadeza extrema y emoción… porque se trata del mejor cristal: “Lladró”.

Esta es Antonia, mi AntoniaNana. Ella me amará por los siglos de los siglos y me defenderá en ausencia de mi mama. AntoniaNana me cuida. AntoniaNana me ama. Ella dice que soy su hijo, y yo digo que ella es mi madre.

Ya no tengo miedo si viene la “cosas” esa, la ‘Aparición’, o la Muerte. Antonia es joven y fuerte y me defenderá. Y yo soy joven y fuerte y la defenderé.

Antonia dice que cuando yo sea más grande se casará conmigo. Yo quiero hacerme hombre pronto para casarme con Antonia. Yo le llevaré una flor diferente a Antonia por cada día mientras viva. Ese es un detalle que a ella le gustará. Eso es y se llama amor. AMOR con mayúscula. Esa es una ‘Llave’ que abre. ¡¡¡Atención hombres!!! AntoniaNana es mía. Y yo soy de AntoniaNana. Es Antonia.

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