Nuevamente es noche y mi sueño se torna agitado e intranquilo, pues pienso de continuo en la “Aparición” de la víspera, aquella… de la noche anterior: “Las Meninas”, en la versión fantasmal.
Estoy solo y la idea de la Aparición me obsesiona hasta morder en el fondo de mis miedos y mi valor… que se entrecruzan y difuminan. ¿Cuál prevalecerá? Noche tensa y larga, que finalmente declina y se rinde y da paso al amanecer. Amanecer de un segundo día.
Amanece, y el Astro-Rey, radiante, despeja todo resquemor suscitado por las tinieblas. La luz brillante barre con los fantasmas de la mente, o los fantasmas de la noche.
Amanece y me lanzo al monte sin más, huyendo de la tenebrosidad que atenaza mi alma. Mi espíritu necesita sosiego y espacios libres y sin fin. Mi espíritu nació para ser libre. ¿Cómo aprisionar un espíritu que nació libre por la gracia de Dios y para esa Gracia? ¿Orfanato? El Orfanato no es para mí, lo mismo que no se puede retener el viento y contener la mar. ¿Encerrar mi espíritu? ¡Imposible! Apenas lo puede contener mi pecho.
Mi espíritu tiene sed de caminos.
Mi espíritu ansía horizontes.
Mi espíritu anhela la libertad.
Es Invierno, pero no importa. No me asustan ni me detendrán el frío, ni la lluvia, ni las nieves, ni el viento huracanado rugiente. Ni la noche ni el día. Ni alimañas humanas ni de las otras. No me asusta el camino.
De las inclemencias del tiempo me guareceré bajo los árboles, y si no hay árboles, me esconderé en las cuevas, y si no hay cuevas, las estrellas del cielo serán mi techo. Pondré las arenas del desierto y sus dunas suaves por cama, y los cielos azules por cobertor.
Cuando salga del Monte atravesaré el Llano y seguiré en dirección hacia el Norte. Voy a “MasHondo”, el Norte helado. Dicen que todos los acontecimientos importantes vienen del Norte y del Este, y MasHondo es un acontecimiento importante, y hacia MasHondo voy. El Norte y el Este. Allí veré a mi mama y conoceré a mi papa. Y le recordaré al Antoñico que me debe los dos trompos que le gané en buena ley, y que no me olvido. Las deudas son deudas en el “MásAllá” y en el “MásAcá”, y hay que pagarlas. “Apurando leguas compañero, que arrieros somos y al final del camino nos encontraremos”.
Después iré hacia el Este, al encuentro del Sol, el Astro-Rey, y le daré la bienvenida (con) cada amanecer. Porque se ha despertado en mí una sed de amaneceres. Y una sed de caminos. Y una sed de horizontes lejanos.
La Tierra es redonda (qué duda cabe), y siempre tendrá ante mí inacabables horizontes. Horizontes en los contornos de las montañas. En el paisaje cambiante y los colores alternándose. Y más y más. Siempre más. Siempre horizontes lejanos. El tiempo no cuenta, se detiene cuando uno avanza. Y mi pie y mi espíritu avanzan incansables, seguros y firmes, resueltos o irrefrenables hacia el objetivo. El objetivo de “la otra orilla”.
Cuatro son los pilares del hombre:
Poder. Amor. Justicia y Sabiduría.
Cuatro son los pilares de la Tierra.
Cuatro son las Estaciones del Tiempo.
Las Cuatro Estaciones que nos obsequia la Madre Naturaleza por mandato del buen DiosNana, son maravillosas. Son las cuatro estaciones de la vida.
La Primavera es… la explosión.
La Primavera es la explosión de la luz y el color.
La Primavera envuelve con gasas y algodón las historias de blanco y rosa.
La Primavera es de los amores de un día.
La Primavera es luz, color y… amor. El renuevo del brote.
Siempre es Primavera en un lugar del corazón.
El amor es vida y la vida es amor. Un susurro.
La balanza inclina su peso a lo positivo y sustancioso.
La Primavera es vida y esperanza.
“Volverán las oscuras golondrinas volverán”.
Transitaré la Primavera decidido y feliz.
-“Lalalalala”-
El Verano es la continuidad de la vida.
El Verano cría historias de color azul y rosa.
El Verano es del fruto maduro y dorado. De la espiga y la siega.
El Verano verde y feraz. Fruto pleno.
El Verano de los días largos y bulliciosos.
El Verano de la sierra y el mar.
El Verano del alimento asegurado.
El Verano de la alegría que endulza la vida.
“Y la vida dará su vino y la higuera dará su fruto.”
Transitaré el Verano radiante y feliz.
-“Lalalalala”-
El Otoño es sosiego y cambio.
El Otoño de las historias doradas, ocres y grises.
El Otoño de la melancolía que inspira al poeta.
El Otoño de las hojas caídas que se mueren,
El Otoño de la vuelta a la normalidad.
El Otoño de la elegancia.
El Otoño de las luces y las sombras.
El Otoño que anuncia la hibernación.
“Las hojas muertas” -se van en Otoño-
Transitaré el Otoño pleno y feliz.
-“Lalalalala”-
El Invierno mudo… duro y largo.
El Invierno de las historias grises y oscuras.
El Invierno congelado y solitario.
El Invierno de las tristezas y los miedos.
El Invierno de las bellezas heladas.
El Invierno del recogimiento y la leña y el fuego (apetecible fuego que arde en la chimenea).
El Invierno de las buenas comidas que aumentan las calorías.
El Invierno de la lluvia mansa y serena que riega la tierra.
El Invierno en el milagro del copo de nieve.
El Invierno en el frío por todo.
El Invierno encantado, omnipresente en todo.
El Invierno omnipresente de la economía.
“Un grito en la noche”
Lo transitaré el Invierno ufano y feliz, después de todo.
-“Lalalalala”-
Las Cuatro Estaciones de la vida son bellas en su encajadura de plata en el tiempo, y rodaré hacia ellas así como ellas rodarán sucesivamente hacia mí a medida que circunvale la Tierra. Y rodaré y rodaré. Y yo las absorberé siempre en su savia en ciclo eterno. Van y vienen. Vienen y van. Un devenir continuo… como el YIN y el YANG.
Devoro distancias y pienso en “La Visita”. ¿”La Visita”? La “Aparición”, o la “Cosa” esa que se parece a “Las Meninas” de Velázquez. Pues… no lo sé. No sé nada de “Ella”. No he vuelto, felizmente, a saber de “Ella”. Pero si algún día la tengo a mano la desenmascararé. Tiraré de su vestido blanco. ¿Cómo estará la Muerte desnuda? -Jajaja- Desnuda o vestida, nunca permitiré que bese mi frente, porque no quiero perecer. Le ganaré el pulso. Mi DiosNana me ayudará.
Nunca he podido entender bien este episodio de mi vida. Pero tengo la certeza que un orden o mecanismo secreto rige las cosas y pone las cosas en su lugar.
Así que, mientras contemplo y me deleito en el paisaje circundante y cambiante, opto por reírme y mantener un corazón calmado. Como dice un Proverbio bíblico milenario:
“Un corazón calmado es la vida del organismo de carne…” (Proverbios 14:30, parte a)
Y reiré y reiré… Porque el mundo es y será siempre de los optimistas. Es… Un “Broche de Oro”. Pero… ¡un momento! Mi madre es Adelina Águeda Quiñones. Y yo, por parte de madre, soy Manolito Quiñones, que rompe los corazones. Y siempre… listo o tonto, llevo bien puestos los pantalones. Esas son buenas razones.
Nos veremos… Y rodaremos todo el año. Cuatro estaciones. Cuatro momentos…, todos los años. Adiós. Adiós. Adiós.